Lo que cuesta la boda de tus sueños

El punto número 6 de Cómo preparar una boda y disfrutar en el intento decía así:

«La pasta: los ceros importan. Mi madre dice que una boda te puede costar desde 0 euros (tú, él, el cura, dos testigos, una romántica ermita en el monte…) hasta infinito. En ese intervalo caben muchas cosas. Enseguida veréis que en muchos sitios es poner la etiqueta “boda” y al dependiente de turno se le ponen los ojos en forma de euros. Cuando la lista de gastos empieza a aumentar ceros, se corre el peligro de perder la sensibilidad. Una buena planificación, un buen presupuesto, esforzarse por hacer un par de gestiones más que las acostumbradas para encontrar el mejor precio… y no perder el norte sobre qué clase de boda quieres que sea y en dónde te interesa invertir más. ¿En tu look de novia? ¿En mimar a los invitados? ¿En el gran festín? ¿En la barra libre sin fin? ¿En Maroon 5 cantándote en el baile

No es que yo sea wedding planner o tenga mucha experiencia organizando bodas, pero me gustaría compartir algunas pequeñas ideas que nosotros intentamos tener en cuenta para la nuestra y también detalles que hemos ido viendo en otros enlaces a los que hemos asistido.

1. Meter cabeza y realizar un buen presupuesto.

Antes de contratar nada, saber cuánto dinero tenemos, cuánto nos queremos gastar, y en qué vamos a invertir más. Esto requiere a veces invertir un poco más de tiempo, pero luego el esfuerzo tiene sus frutos: tras visitar cuatro sitios posibles para el banquete, al quinto llegas ya muy aleccionado, sabes qué preguntas hacer para no dejarte nada en el tintero, y sabes qué rango de precios se manejan. Para conseguir buenos precios, ayuda mucho que al menos uno de los dos sea un buen negociador.

2. Más vale dedicación y cariño que muchos euros.

No se trata de “rascar” eurillos por ser un poco “rata”, ni de que los invitados mueran de inanición, ni de comprarte el traje en un todoacien. Queréis que todo salga genial, disfrutar y que la gente disfrute en vuestra boda, por supuesto, pero todo eso no tiene que implicar que la tarjeta eche humo. En la línea de “cuidar a los invitados”, por ejemplo, ¿qué tal sustituir el “tradicional detallito” por una nota personalizada para cada uno de ellos? Ahí hay más tiempo que dinero, y la gente lista sabe valorar eso.

3. ¡Atreveos con el hazlo-tú-mismo!

Hoy en día hay tantísimos medios a nuestro alcance que lanzarse con este punto no resulta difícil: diseñar vuestras propias invitaciones personalizadas y/o el photocall del banquete; hacerse con unas cuantas flores en algún invernadero y confeccionar la decoración de la iglesia… ¡e incluso cocinar vosotros mismos la tarta nupcial! Por dar solo algunas ideas… «Ya, pero… ¿si los dos tenemos la habilidad plástica en los pies?». Seguro que algún hermano/amigo cercano tiene una vena artista. Puede ser una buena idea que el regalo de boda de un amigo, consista en ayudaros con algo de la preparación. En la nuestra, Inma —amiga mía desde que empezamos el conservatorio— fue la pianista de la ceremonia, ¿qué mejor que regalar lo que mejor sabes hacer?

4. Contratar profesionales jóvenes freelance.

No sé vosotros, pero yo cada vez conozco a más gente joven, sobradamente preparada, y que —tal vez ante la dificultad de encontrar un empleo o como complemento profesional— se lanzan a la aventura de la vida freelance. En el campo de las bodas se me ocurren varios nombres, de los que os hablaré un día [Actualización 8.V.16. Lo prometido es deuda: Profesionales de bodas que te interesará conocer]. Desde organizadoras de eventos, hasta fotógrafos, pasando por músicos, diseñadoras de tocados, de invitaciones, maquilladoras, etc… Apostar por ellos supone una ganancia para ambas partes: suelen tener precios más competitivos que profesionales más «consolidados» en el sector, y es una manera de darles la oportunidad de ir ganando experiencia.

5. No tener miedo a romper clichés.

¿Por qué un banquete y no un cocktail? —¡con los quebraderos de cabeza que te ahorras para cuadrar mesas!—; ¿por qué sí o sí parece que hay que poner bailarinas para las invitadas? —ojo, que yo siempre valoro mucho este detalle…—; ¿por qué no pasar de la tarta nupcial, si, en muchos sitios, es un fake y los invitados acaban tomando otro postre? Es normal que, con el paso de los años, se vayan instalando modas y costumbres en las celebraciones de bodas, eso no tiene nada de malo. Lo que quiere decir este punto es que, ante detalles no esenciales, puede ser muy sano preguntarse: ¿Y por qué no lo hacemos diferente? ¿Por qué no lo suprimimos? ¿Por qué no pasamos de esto y de esto otro? Sin olvidar que el «siempre se ha hecho así» en principio no es una respuesta válida.

6. La información es poder, dicen.

E internet es tu aliado. Existen muchísimas páginas webs, blogs y foros que pueden orientar a la hora de empezar a preparar una boda. Poder comparar precios rápidamente, leer comentarios de la gente sobre los diferentes servicios —sabiendo siempre que «las opiniones se pesan, no se cuentan», claro—, descubrir detalles originales… Eso sí: no olvidaros de controlar el flujo de información y de ideas que os iréis encontrando, o puede que os den ganas de organizar no una, sino cinco bodas.

Espero que os hayan ayudado —aunque sea un poquito— estas ideas para casarse sin haber tenido que ahorrar durante 50 años. Y, sobre todo, para casarse sin perder de vista (ni vosotros ni vuestros invitados) qué es lo esencial de todo este tinglaho.

Seguramente siempre haya alguien que se enfoque más en comparar la calidad del solomillo, la tela del vestido de la novia o la variedad presente en la barra libre, que en el hecho increíble y aventuresco de que os hayáis dado la vida el uno al otro. Pero ya se sabe: hay gente pa’ to. Mientras no os olvidéis vosotros de lo que de verdad vale la pena, vamos bien.